Yo haría comprender a las alumnas que lo que han hecho no está bien, y hablaría con ellas para que pensaran por qué lo han hecho y que comprendieran que sus actos no han sido correctos y han hecho sentir mal a su compañero. Es muy importante realizar esto con buenas palabras, mensajes positivos, y sobre todo de diferenciar que lo que no está bien son sus actos y no las personas. Además, dejaría que hablaran entre ellos e intentaran llegar a una solución, que las alumnas pidieran perdón y que realmente comprendieran que hay otras formas de gestionar sus emociones y necesidades. Las manos no son la solución y deben de comprenderlo.
Finalmente, recordaría las normas, no sólo al alumnado implicado en el conflicto, si no a toda la clase, para que todos observen el ejemplo y digan cómo podrían haber actuado las compañeras para no hacer daño a su compañero.
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